Es importante reconocer que el lenguaje oral del niño en edad preescolar se encuentra en constante cambio, esto se debe a que por lo general los procedimientos fundamentales que emplean los pequeños para aprender la lengua son dos: la imitación y la creatividad. Por la imitación el niño aprende palabras y frases, por la creatividad es capaz de inventarlas.
Por lo antes señalado, uno de los papeles fundamentales mi intervención docente para el desarrollo del lenguaje oral en los niños preescolares, consiste en diseñar situaciones de aprendizaje fundamentadas en el PEP-O4, en este currículo educativo el lenguaje oral juega un papel primordial logrando la transversalidad con los seis campos formativos incluidos en dicho programa. A través del lenguaje oral los niños tienen la posibilidad de expresar o interpretar cualquier tipo de información observada en la realidad inmediata e incluso de dar a conocer sus fantasías, alegrías o temores.
Considero que al favorecer la capacidad comunicativa de mis alumnos, también se favorecen las competencias para la vida, debido a que el lenguaje ayuda a estructurar el conocimiento del mundo; amplia la capacidad de actuar sobre las cosas; es un instrumento que permite la integración del individuo a su cultura; conduce a la socialización de los actos, con lo que el pensamiento individual se refuerza ampliamente a través de la transmisión social y constituye la forma más usual, eficaz y directa que posee el ser humano.
Uno de los roles fundamentales que juegan mis alumnos en el proceso del uso de la lengua dentro del aula, ha sido aprender a escuchar a los demás y dar oportunidad a todos sus compañeros para que hablen de algún tema de su interés.
Escuchar es una de las bases fundamentales para la expresión oral, cuando los pequeños aprenden a escuchar afianzan ideas, comprenden conceptos, por lo tanto hablar y escuchar tienen un efecto substancial en el desarrollo emocional de los pequeños, permitiéndoles conseguir mayor confianza y seguridad en sí mismos, logrando a su vez la integración del niño a los diferentes grupos sociales de los que forma parte.
Al hablar los pequeños pueden comunicarse con las personas que los rodean reflejando al mismo tiempo las diversas maneras en que se expresan padres, hermanos, maestros, amigos y demás personas con las que interactúan de manera cotidiana y al escuchar la forma en que hablan otros se puede mejorar sustancialmente la expresión de los pequeños.
Finalmente quiero comentarles acerca de la forma en que planifico las situaciones de aprendizaje, lo primero que tomo en cuenta son los intereses y necesidades de mis alumnos, sobre todo en la enseñanza de la lengua, posteriormente considero que este recurso comunicativo proporcione múltiples oportunidades de participar en situaciones en las que se haga uso de la palabra con diversas intenciones como por ejemplo:
Narrar un suceso, una historia, un hecho real o inventado, incluyendo descripciones de objetos, personas, lugares y expresiones de tiempo, dando una idea lo más fiel y detallada posible. La práctica de la narración oral desarrolla la observación, la memoria, la imaginación, la creatividad, el uso de vocabulario preciso y el ordenamiento verbal de las secuencias.
Conversar y dialogar sobre inquietudes, sucesos que se observan o de los que se tiene información mientras desarrollan una actividad que implica decidir cómo realizarla en colaboración, buscan vías de solución a un problema, etcétera. El diálogo y la conversación implican comprensión, alternancia en las intervenciones, formulación de preguntas precisas y respuestas coherentes. De esta manera se propicia el interés, el intercambio entre quienes participan y el desarrollo de la expresión.
Explicar las ideas o el conocimiento que se tiene acerca de algo en particular los pasos a seguir en un juego o experimento, las opiniones personales sobre un hecho natural, tema o problema. Esta práctica implica el razonamiento y la búsqueda de expresiones que permitan dar a conocer y demostrar lo que se piensa, los acuerdos y desacuerdos que se tienen con las ideas de otros o las conclusiones que derivan de una experiencia; además, son el antecedente de la argumentación.